El último seminario consistió en la exposición de los trabajos de investigación realizados por mis compañeros de seminario y el de mi grupo de trabajo.
Desde mi punto de vista fue una actividad muy interesante, ya que personalmente tenía mucho interés en saber qué habían estudiado y conocer las conclusiones a las que habían llegado; de manera que resultó muy enriquecedor.
Pero por otra parte, tuve que enfrentarme a uno de mis mayores miedos: las exposiciones. Mi experiencia en la exposición de trabajos no es que haya sido muy satisfactoria, ya que me pongo nerviosa y acabo liándola en grande: me salto partes, dejo de lado todo lo que había ensayado, aunque me acuerde, y me da por improvisar, se me traba la lengua y digo palabras que no existen o frases sin sentido... En resumen, acababa completamente abochornada.
Sin embargo esta vez sabía que había muchísimas posibilidades de que me tocara exponer, y no quería volver a pasar ese mal rato. Me la preparé lo mejor que pude, le dediqué tiempo, lo estudié de memoria para no tener que improvisar y hable varias veces conmigo misma para auto-relajarme. Cuando llegó el momento y me tuve que salir a realizar la exposición estaba relajada; fui capaz de defenderla y seguir el guión que me había fabricado, aunque seguía notando como me temblaban las piernas, igual que me ha pasado siempre que he tenido que hablar en público.
Aunque me siento orgullosa porque fui capaz de afrontarlo, me gustaría seguir trabajándolo y mejorar; hablar del tema que sea más tranquila, con calma, sin tener que llevar la exposición aprendida de memoria para sentirme segura, etc. Por tanto me lo propongo como meta, como objetivo que espero que la experiencia y estos años de carrera me ayuden a alcanzar.
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